Viruela del mono en Argentina: Alerta por un nuevo caso y el incremento a ocho casos confirmados

La viruela del mono, también conocida como viruela símica, ha sido una enfermedad rara y endémica en algunas regiones de África central y occidental durante décadas. Sin embargo, en los últimos años, se ha extendido a varios países fuera de estas regiones, generando preocupación a nivel global. En Argentina, la alerta ha sido encendida nuevamente con la confirmación de un nuevo caso de viruela del mono, elevando el número total de infectados en el país a ocho. Este artículo analiza en profundidad la situación actual en Argentina, los riesgos asociados y las medidas que se están tomando para controlar el brote.

El reciente anuncio del Ministerio de Salud sobre un nuevo caso de viruela del mono ha generado inquietud en el país. Con este nuevo caso, ya son ocho las personas que han contraído la enfermedad en Argentina, un número que, aunque aún bajo, ha despertado el interés y la preocupación de las autoridades sanitarias y de la población en general.

Los casos confirmados hasta la fecha están repartidos en distintas regiones del país, lo que indica que la enfermedad no está confinada a una sola área geográfica. Esto plantea desafíos adicionales para las autoridades sanitarias, que deben implementar estrategias de vigilancia y contención en múltiples frentes.

La viruela del mono es causada por el virus del mismo nombre, que pertenece a la familia de los orthopoxvirus, la misma que incluye al virus de la viruela humana. Aunque el virus de la viruela del mono es menos mortal que el de la viruela humana, puede causar síntomas graves y complicaciones en personas con sistemas inmunológicos debilitados o en niños pequeños.

El virus fue identificado por primera vez en 1958 en colonias de monos mantenidos para investigación, de ahí su nombre. Sin embargo, se cree que los principales reservorios del virus son roedores y otros pequeños mamíferos. La transmisión a los humanos puede ocurrir a través del contacto directo con sangre, fluidos corporales, o lesiones en la piel o mucosas de animales infectados. También se puede transmitir entre humanos a través de gotículas respiratorias, contacto con fluidos corporales o materiales contaminados, como la ropa de cama.

Los síntomas de la viruela del mono en humanos son similares a los de la viruela, aunque generalmente más leves. La enfermedad comienza con fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, y agotamiento. Una característica distintiva es la aparición de ganglios linfáticos inflamados (linfadenopatía), lo que no ocurre en la viruela humana. Unos días después del inicio de la fiebre, aparece una erupción cutánea que a menudo comienza en la cara y se extiende a otras partes del cuerpo. La erupción progresa a través de varias etapas antes de formar una costra que finalmente se cae.

El diagnóstico de la viruela del mono se realiza a través de la detección del virus en muestras de piel, fluido de las lesiones, o muestras respiratorias mediante técnicas de PCR. Dado que los síntomas pueden parecerse a otras enfermedades, como la varicela o el sarampión, el diagnóstico de laboratorio es crucial para confirmar la infección.

La aparición de casos de viruela del mono fuera de sus zonas endémicas tradicionales ha sido motivo de preocupación para la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras autoridades sanitarias internacionales. La capacidad del virus para propagarse en comunidades urbanas con altas densidades de población y en regiones con sistemas de salud ya sobrecargados, como es el caso de muchos países en desarrollo, aumenta el riesgo de brotes significativos.

En Argentina, la respuesta de las autoridades de salud ha sido rápida, con la implementación de medidas de vigilancia epidemiológica y el rastreo de contactos para identificar y aislar a posibles nuevos casos. Sin embargo, la detección de un nuevo caso indica que el virus sigue circulando y que es necesario mantener la vigilancia y las precauciones para evitar una mayor propagación.