Otro joven iraní muere en prisión bajo custodia de la policía del régimen en medio de denuncias de torturas

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La trágica muerte de otro joven iraní bajo custodia policial ha vuelto a poner en el centro de atención internacional las alarmantes prácticas de derechos humanos del régimen iraní. Según informes, el joven murió en prisión en circunstancias sospechosas, lo que ha desatado nuevas denuncias de tortura y abuso por parte de las fuerzas de seguridad de la República Islámica.

El joven, identificado como Mahdi Rostami, de 23 años, fue detenido por la policía en Teherán el mes pasado bajo cargos no especificados. Su familia, al igual que muchas otras en situaciones similares, fue informada de su arresto días después, sin recibir información clara sobre su paradero o las razones exactas de su detención. Según activistas y medios locales, Rostami habría sido sometido a torturas durante los interrogatorios.

El 31 de agosto de 2024, las autoridades notificaron a la familia de Rostami que el joven había muerto en prisión, supuestamente debido a un «suicidio». Sin embargo, las circunstancias de su muerte han sido cuestionadas ampliamente, tanto por su familia como por organizaciones de derechos humanos, que sospechan que fue torturado hasta la muerte.

La noticia de su fallecimiento ha desatado una ola de indignación en las redes sociales y ha reavivado las protestas en varias ciudades iraníes, donde la población continúa exigiendo justicia y rendición de cuentas por las muertes de detenidos bajo custodia.

Denuncias de tortura y abusos

La muerte de Mahdi Rostami no es un caso aislado. En los últimos años, han surgido múltiples informes sobre la muerte de jóvenes iraníes bajo custodia policial, con patrones similares de tortura y maltrato. Activistas y defensores de derechos humanos han denunciado que estas prácticas se han convertido en una táctica sistemática del régimen para silenciar a los disidentes y sembrar el miedo entre la población.

Según un informe de Amnistía Internacional, la tortura en las prisiones iraníes incluye palizas, descargas eléctricas, privación del sueño, aislamiento prolongado y abuso psicológico. Los detenidos son a menudo obligados a firmar confesiones falsas bajo coacción, que luego se utilizan en juicios sumamente injustos para condenarlos a largas penas de prisión o incluso a la pena de muerte.

Las autoridades iraníes, sin embargo, niegan sistemáticamente estas acusaciones y sostienen que los detenidos que mueren bajo custodia lo hacen por causas naturales o por suicidio. La falta de transparencia y la imposibilidad de realizar investigaciones independientes en el país dificultan la verificación de las denuncias y refuerzan la impunidad de los responsables.

La respuesta del régimen

El gobierno iraní, por su parte, ha desestimado las críticas internacionales y ha reafirmado su compromiso con lo que denomina «la seguridad y estabilidad» del país. En declaraciones recientes, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán acusó a los «enemigos extranjeros» de intentar desestabilizar el país mediante «propaganda maliciosa» sobre casos como el de Rostami.

«Las fuerzas de seguridad de la República Islámica de Irán actúan de acuerdo con la ley para proteger a nuestro pueblo de las amenazas internas y externas», afirmó el portavoz, y añadió que las denuncias de tortura son «infundadas y motivadas políticamente».

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