Makoko: La “Venecia de los pobres” en Nigeria
En el corazón de Lagos, la ciudad más grande de Nigeria y una de las metrópolis más pobladas de África, se encuentra Makoko, un barrio peculiar y fascinante que ha sido apodado “la Venecia de los pobres”. Este asentamiento informal, que se extiende sobre las aguas de la laguna de Lagos, alberga a miles de personas que han hecho de esta vasta extensión de chozas flotantes su hogar. Sin embargo, detrás de su pintoresca apariencia, Makoko enfrenta enormes desafíos sociales, económicos y ambientales que afectan profundamente la vida de sus habitantes.
Makoko se fundó en el siglo XVIII como una pequeña comunidad de pescadores y ha crecido de manera exponencial desde entonces. Originalmente habitado por miembros de la etnia Egun, que migraron desde la región de Badagry en Nigeria, Makoko se ha transformado en un vibrante crisol cultural que atrae a personas de diversas partes del país y de África occidental.
A lo largo de los años, Makoko ha evolucionado de un simple asentamiento pesquero a una comunidad compleja y densamente poblada. Aunque el barrio nunca fue oficialmente planificado ni reconocido por las autoridades, su crecimiento fue impulsado por la llegada de migrantes en busca de oportunidades laborales en Lagos, que no podían permitirse el lujo de vivir en otras partes de la ciudad.
Makoko es un lugar único tanto en su estructura física como en la vida cotidiana de sus habitantes. El barrio se divide en dos partes principales: una sección en tierra firme y otra construida sobre la laguna, donde las viviendas están sostenidas por pilotes de madera. Estas chozas flotantes, hechas de materiales como bambú, madera y hojalata, son el hogar de miles de familias que viven en condiciones de extrema precariedad.
La vida en Makoko gira en torno al agua. Las canoas son el principal medio de transporte, y el agua es tanto la fuente de sustento como de desafíos. Los residentes de Makoko dependen de la pesca y la construcción de botes como principales actividades económicas. La laguna también es el centro de la vida social, con mercados flotantes y escuelas que funcionan sobre el agua.
Sin embargo, la infraestructura del barrio es rudimentaria y carente de servicios básicos. No hay un sistema de alcantarillado formal, y el acceso a agua potable y electricidad es extremadamente limitado. Estas condiciones han convertido a Makoko en uno de los lugares más vulnerables de Lagos, expuesto a enfermedades y a las consecuencias del cambio climático, como las inundaciones.
Makoko enfrenta una serie de desafíos económicos y sociales que afectan profundamente la vida de sus habitantes. La pobreza es una realidad omnipresente en el barrio, donde la mayoría de las personas viven con menos de un dólar al día. Las oportunidades laborales son escasas y están limitadas principalmente a la pesca, la construcción de botes y el pequeño comercio en los mercados locales.
El acceso a la educación también es un problema significativo en Makoko. Aunque existen algunas escuelas improvisadas en el barrio, la mayoría de los niños no tiene acceso a una educación formal y de calidad. La falta de recursos, infraestructura adecuada y personal docente calificado limita las oportunidades de los jóvenes de Makoko, perpetuando el ciclo de pobreza en el que están atrapados.
La salud es otro de los grandes desafíos en Makoko. La ausencia de un sistema de saneamiento adecuado ha llevado a la proliferación de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera y la malaria. Además, la falta de acceso a atención médica adecuada agrava las condiciones de vida, y muchos residentes no pueden costear tratamientos o medicamentos.
Makoko, al estar situado sobre la laguna de Lagos, es particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático. El aumento del nivel del mar y las inundaciones recurrentes representan una amenaza constante para los residentes. Durante la temporada de lluvias, muchas de las viviendas flotantes quedan sumergidas parcial o totalmente, lo que obliga a las familias a abandonar sus hogares temporalmente.
Además, la contaminación del agua es un problema grave en Makoko. La laguna de Lagos está contaminada por desechos industriales y domésticos, lo que afecta la salud de las personas y la pesca, su principal fuente de sustento. A medida que la población de Lagos continúa creciendo, la presión sobre los recursos naturales de la región aumenta, exacerbando las condiciones de vida en Makoko.
A pesar de los numerosos desafíos que enfrenta, la comunidad de Makoko ha demostrado una notable resiliencia. Los habitantes de este barrio han desarrollado formas creativas de adaptarse a las difíciles condiciones de vida. Las estructuras comunitarias son fuertes, y los residentes a menudo se apoyan mutuamente para superar las adversidades.
La vida en Makoko también está marcada por una rica cultura y un fuerte sentido de identidad. A pesar de las dificultades, la comunidad celebra festivales, mantiene vivas sus tradiciones y se organiza para mejorar sus condiciones de vida. Los mercados flotantes son un ejemplo de la ingeniosidad de los residentes, que han encontrado formas de llevar a cabo actividades económicas incluso en un entorno tan desafiante.
Además, Makoko ha atraído la atención de artistas, arquitectos y activistas de todo el mundo. Varios proyectos han intentado mejorar la calidad de vida en el barrio mediante la introducción de soluciones sostenibles, como la construcción de escuelas flotantes o la implementación de programas de saneamiento comunitario. Sin embargo, la escala de los problemas en Makoko requiere un enfoque más amplio y sostenido para lograr un cambio significativo.
El gobierno de Nigeria ha tenido una relación complicada con Makoko. A lo largo de los años, ha habido varios intentos de desalojo por parte de las autoridades, que consideran el barrio un asentamiento ilegal. En 2012, por ejemplo, el gobierno de Lagos llevó a cabo una demolición masiva en la zona, destruyendo cientos de viviendas flotantes y dejando a miles de personas sin hogar. La justificación oficial fue que Makoko representaba un peligro para la salud pública y la seguridad.
Estos desalojos han sido ampliamente criticados tanto a nivel nacional como internacional, ya que no ofrecen alternativas de reubicación adecuadas para los residentes desplazados. Además, los desalojos forzosos han generado tensiones y conflictos entre la comunidad de Makoko y las autoridades. Los residentes de Makoko han organizado protestas y han hecho llamados a las autoridades para que reconozcan su derecho a la vivienda y a la tierra que han habitado durante generaciones.
La falta de reconocimiento oficial de Makoko como un barrio legítimo ha dificultado el acceso de sus residentes a servicios básicos y protección legal. Sin embargo, los activistas y las organizaciones comunitarias continúan trabajando para defender los derechos de los habitantes de Makoko y abogar por un enfoque más inclusivo y sostenible por parte del gobierno.