Alerta en el Atlántico: el iceberg más grande del mundo podría chocar contra Georgia del Sur

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El iceberg más grande del mundo, denominado A23a, se encuentra en movimiento y amenaza con impactar la isla Georgia del Sur, una región de gran importancia ecológica en el Atlántico Sur. Científicos y oceanógrafos han expresado su preocupación ante la posibilidad de que el enorme bloque de hielo altere gravemente el ecosistema de la zona, poniendo en peligro a decenas de especies animales.

Un gigante de hielo en rumbo incierto

El A23a, que se desprendió de la Antártida hace décadas, ha permanecido durante años encallado en una montaña submarina. Sin embargo, recientemente comenzó a desplazarse de manera acelerada y, según los especialistas, podría dirigirse nuevamente hacia Georgia del Sur.

«Actualmente se encuentra en un recodo de la corriente y no se mueve directamente hacia la isla, pero nuestro conocimiento de las corrientes sugiere que es probable que vuelva a moverse hacia allí pronto», explicó Andrew Meijers, oceanógrafo físico del British Antarctic Survey, en una entrevista con CNN.

Un riesgo para la fauna silvestre

Aunque los icebergs son comunes en la región, el tamaño del A23a es excepcional y su impacto podría tener consecuencias devastadoras. Georgia del Sur alberga una de las áreas marinas protegidas más grandes del mundo, con una rica biodiversidad que incluye colonias de pingüinos y focas.

Si el iceberg bloquea las rutas de acceso a sus zonas de alimentación, los animales podrían enfrentar dificultades para sobrevivir. «Si esto sucede, podría impedir seriamente el acceso a las zonas de alimentación de la fauna silvestre, principalmente focas y pingüinos, que se reproducen en la isla», advirtió Meijers.

Posibles repercusiones en la navegación

Además del impacto ecológico, el desplazamiento del A23a también representa un riesgo para la navegación en la zona. El iceberg podría interferir con las rutas de transporte marítimo y afectar la pesca en la región, generando complicaciones económicas.

A pesar de la incertidumbre sobre su trayectoria final, los científicos continúan monitoreando de cerca la situación para anticipar cualquier posible desastre natural. Mientras tanto, la comunidad internacional se mantiene atenta a los efectos que el A23a podría tener en el equilibrio del ecosistema del Atlántico Sur.

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