Profanación de tumbas para producir drogas con huesos humanos.
Una perturbadora práctica de profanar tumbas para obtener huesos humanos alimenta la fabricación de una peligrosa droga en Sierra Leona, conocida como «kush». Este estupefaciente, que incluye entre sus ingredientes opiáceos, cannabis y desinfectante, ha generado una crisis social, afectando especialmente a la juventud desempleada.
Ingredientes macabros y efectos devastadores.
La sociedad en Sierra Leona se ve sacudida por el auge de una droga llamada «kush», que ahora incluye huesos humanos triturados entre sus componentes. La combinación, rica en azufre, provoca una sensación de exaltación en quienes la consumen, volviéndolos violentos. Los jóvenes, con una tasa de desempleo del 60%, son particularmente vulnerables a esta peligrosa sustancia, que se consume en altas concentraciones o se inhala.
Profanación masiva de tumbas.
Se ha registrado la profanación de más de mil tumbas en Sierra Leona, indicando una conexión directa entre bandas criminales que fabrican y venden «kush» y la molienda de huesos humanos para añadir a la mezcla. Este impactante descubrimiento ha alertado a las autoridades sobre los extremos a los que llegan las bandas para producir y distribuir esta droga.
Riesgos y adicción inmediata.
Expertos advierten que la combinación de opiáceos, cannabis y ahora huesos humanos hace que esta droga sea tan peligrosa como las más fuertes del mercado. Además, la adicción puede establecerse desde la primera dosis, sumergiendo a los consumidores en un ciclo de dependencia difícil de romper. La cantidad de muertes en las calles atribuibles a esta droga está en aumento.
La expansión de la popularidad de «kush» preocupa a los profesionales de la salud, ya que algunos hospitales en Sierra Leona están viendo un aumento del 85% en la ocupación de pacientes relacionados con el consumo de esta droga. La comunidad médica se enfrenta a desafíos significativos para abordar esta crisis de salud pública.
Expansión a otros países.
La peligrosa y asequible naturaleza de «kush» ha llevado a su compra y venta en otros países africanos, como Liberia. La débil regulación y el trauma persistente de guerras civiles en estas naciones favorecen el consumo de la droga, lo que amenaza con propagar aún más los efectos devastadores de esta crisis.