Nueva Zelanda: la autopsia de una ballena picuda revela detalles únicos sobre su muerte y su biología
Un equipo de científicos en Nueva Zelanda ha logrado nuevos avances en la comprensión de la enigmática ballena picuda de Bahamonde, uno de los cetáceos más raros del mundo, tras la autopsia de un espécimen hallado en la región de Otago, en la Isla Sur, el pasado julio.
Según los investigadores del Departamento de Conservación neozelandés, en colaboración con la Universidad de Otago, el análisis determinó que el ejemplar, de cinco metros de largo, murió debido a un fuerte impacto en la cabeza. Las lesiones incluían hematomas en el cráneo, fracturas en la mandíbula y daños en el cuello, lo que sugiere un trauma severo cuyo origen aún es incierto.
Un vistazo sin precedentes al interior de la especie
La disección ofreció una oportunidad única para examinar a fondo las características internas de esta ballena, también conocida como Mesoplodon traversii. Entre los hallazgos más destacados se encuentran los pequeños dientes vestigiales incrustados en las encías superiores, lo que arroja luz sobre su evolución.
«Este detalle nos proporciona pistas fascinantes sobre su historia evolutiva. Es un descubrimiento sorprendente que plantea nuevas preguntas sobre la adaptación de esta especie a las profundidades marinas», explicó Anton van Helden, asesor y experto en ballenas picudas.
Además, el análisis del sistema digestivo, compuesto por ocho cámaras estomacales, confirmó su dieta basada en animales de aguas profundas, incluyendo calamares, lombrices y otros organismos.
La autopsia contó con la participación de tribus indígenas locales, quienes consideran a las ballenas como figuras de gran importancia cultural. Rachel Wesley, miembro del consejo Runanga, subrayó la relevancia de combinar el conocimiento ancestral con la ciencia occidental para comprender mejor a esta especie rara y misteriosa.
«Por primera vez, hemos trabajado juntos para honrar tanto a la ballena como a su legado cultural y científico», expresó Wesley.
Conocida por su hocico alargado y su vida en aguas extremadamente profundas, la ballena picuda de Bahamonde sigue siendo un misterio para los científicos. Desde su primer registro en 1874 en Nueva Zelanda hasta su confirmación como especie en 1986, tras el hallazgo de un esqueleto en la isla Robinson Crusoe (Chile), los avistamientos de esta especie viva son prácticamente inexistentes.
Este estudio marca un paso significativo en el esfuerzo por descifrar los secretos de una de las criaturas más enigmáticas del océano.
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