Murió Gil Pereg, el «Hombre Gato» que mató a su madre y su tía en Mendoza

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El 8 de julio de 2024, Gilad Gil Pereg, conocido como el «hombre gato», falleció en el hospital penitenciario El Sauce de Mendoza. Pereg, un ingeniero electrónico israelí, fue condenado a prisión perpetua en 2021 por asesinar a su madre Pyrhia Saroussy y a su tía Lily Pereg en 2019 en Guaymallén. Su peculiar comportamiento, maullando como un gato, lo hizo famoso durante su encarcelamiento. Pese a sus negaciones y un diagnóstico de licantropía, fue declarado culpable por un jurado popular. Pereg murió tras una descompensación a los 42 años.

Los Crímenes de Guaymallén

En enero de 2019, Saroussy y Pereg desaparecieron tras visitar a Gil en Mendoza. La policía halló sus cuerpos enterrados en la propiedad de Pereg, un lugar desordenado y sucio que albergaba varios gatos y armamento. Las mujeres habían viajado desde Israel para pasar unas vacaciones, sin saber que encontrarían la muerte a manos de su familiar.

La Investigación y el Juicio

La investigación inicial estuvo marcada por la extraña conducta de Pereg, quien maullaba y actuaba como un felino, alegando inocencia. Sin embargo, la evidencia forense y los testimonios presentados en el juicio llevaron a su condena. El fiscal Fernando Guzzo describió los asesinatos como «despiadados», y los expertos psiquiátricos confirmaron que Pereg tenía plena conciencia de sus actos criminales.

Diagnóstico y Controversias

El comportamiento de Pereg atrajo la atención de expertos en salud mental. Mariano Castex, psiquiatra forense, diagnosticó a Pereg con licantropía, una rara condición donde el individuo se cree un animal. Este diagnóstico generó debate sobre la responsabilidad penal de Pereg, pero finalmente se determinó que era consciente de sus actos y por lo tanto, imputable.

Condiciones de Vida y Comportamiento

Durante su encarcelamiento, Pereg vivió en condiciones precarias y exhibió conductas que reflejaban su trastorno mental. Los guardias penitenciarios reportaron incidentes donde Pereg maullaba, se comportaba de manera salvaje y trataba de arañar a quienes se acercaban a su celda. Estas conductas reforzaron su apodo de «hombre gato» y complicaron su manejo dentro del sistema penitenciario.

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