La viruela del mono traspasa las fronteras de África: emergencia sanitaria global
La viruela del mono, una enfermedad zoonótica históricamente confinada a regiones de África Central y Occidental, ha comenzado a propagarse más allá de las fronteras del continente africano, causando alarma en la comunidad internacional. Este artículo aborda en profundidad la situación actual del brote, su impacto en Europa, las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias y la importancia de la cooperación global para enfrentar esta emergencia sanitaria.
La viruela del mono, también conocida como monkeypox, es una enfermedad viral causada por el virus de la viruela del mono, un ortopoxvirus perteneciente a la misma familia que el virus de la viruela humana. Fue identificada por primera vez en 1958 en colonias de monos mantenidos para investigación, de ahí su nombre. Sin embargo, el primer caso humano se registró en 1970 en la República Democrática del Congo.
El virus se transmite de animales a humanos a través del contacto directo con la sangre, los fluidos corporales o las lesiones cutáneas o mucosas de animales infectados. Entre los animales susceptibles de transmitir el virus se encuentran los roedores y los primates. La transmisión de persona a persona es posible, aunque rara, y generalmente ocurre a través de gotas respiratorias, contacto con fluidos corporales o contacto con objetos contaminados, como ropa de cama.
En mayo de 2024, la viruela del mono dejó de ser un problema exclusivamente africano. Se reportaron casos en varios países de Europa, incluyendo España, Portugal, Reino Unido y, más recientemente, Suecia. Este hecho generó preocupación a nivel mundial, ya que es la primera vez que se observa una propagación significativa fuera de África.
La expansión de la viruela del mono fuera de África ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias de todo el mundo, especialmente porque la nueva variante del virus que circula en Europa es más contagiosa y presenta un mayor riesgo para la salud pública. Esta variante, denominada como «clado Europa», ha mostrado una capacidad de transmisión superior, lo que ha provocado un aumento en el número de casos en un corto período de tiempo.
El brote en Europa ha sido motivo de preocupación debido a la rápida propagación del virus en varios países. En Suecia, las autoridades sanitarias confirmaron el primer caso de viruela del mono en mayo de 2024. Se trató de un hombre que había viajado recientemente a África Occidental, una región donde el virus es endémico. Tras su regreso, comenzó a mostrar síntomas como fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y erupciones cutáneas características de la enfermedad.
Las autoridades suecas reaccionaron rápidamente al confirmar el caso, aislando al paciente y realizando un seguimiento exhaustivo de sus contactos cercanos. Sin embargo, a pesar de la gravedad del brote, las autoridades no consideraron necesario implementar medidas adicionales de contención, como cuarentenas masivas o restricciones de viaje, ya que el número de casos era limitado y el riesgo de una propagación descontrolada se consideraba bajo en ese momento.
En el Reino Unido, donde también se han registrado casos, las autoridades de salud pública han implementado medidas de vigilancia epidemiológica y han emitido recomendaciones a la población para prevenir la propagación del virus. Estas incluyen la limitación del contacto cercano con personas infectadas, la higiene de manos y la desinfección de superficies que puedan estar contaminadas con el virus.
En España y Portugal, países que también han registrado casos, las autoridades han adoptado un enfoque similar, combinando la vigilancia epidemiológica con campañas de concienciación para informar a la población sobre los síntomas de la viruela del mono y las medidas preventivas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no tardó en reaccionar ante la expansión del brote de viruela del mono fuera de África. A finales de mayo de 2024, la OMS convocó a un comité de emergencia para evaluar la situación y determinar si el brote representaba una emergencia de salud pública de importancia internacional (PHEIC, por sus siglas en inglés).
Tras evaluar la situación, el comité de emergencia de la OMS decidió declarar el brote como una emergencia de salud pública internacional. Esta declaración se basó en la rápida propagación del virus, la aparición de una nueva variante más contagiosa y el riesgo potencial de que la enfermedad se extendiera a otras regiones del mundo.
La declaración de emergencia de la OMS tiene como objetivo movilizar recursos internacionales, coordinar la respuesta global al brote y aumentar la conciencia sobre la viruela del mono entre los países y sus sistemas de salud pública. Además, se insta a los países afectados a reforzar la vigilancia epidemiológica, mejorar la capacidad de diagnóstico y garantizar el acceso a tratamientos y vacunas para los grupos de alto riesgo.
La viruela del mono se transmite principalmente a través del contacto cercano con una persona infectada o con materiales contaminados. La transmisión de persona a persona puede ocurrir a través de gotitas respiratorias, contacto directo con fluidos corporales o lesiones en la piel y mucosas, así como a través de objetos contaminados, como ropa de cama o toallas.
El período de incubación del virus varía entre 5 y 21 días, y los síntomas iniciales suelen ser inespecíficos, como fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, fatiga y linfadenopatía (inflamación de los ganglios linfáticos). Posteriormente, aparece una erupción cutánea característica, que generalmente comienza en la cara y se extiende a otras partes del cuerpo, incluidas las palmas de las manos y las plantas de los pies. Las lesiones cutáneas evolucionan desde máculas (manchas planas) hasta pápulas (lesiones elevadas), vesículas (ampollas llenas de líquido) y pústulas (ampollas llenas de pus), antes de formar costras que eventualmente se desprenden.
En la mayoría de los casos, la enfermedad es autolimitada y los síntomas desaparecen en unas pocas semanas. Sin embargo, en algunos casos, especialmente en personas inmunodeprimidas o con comorbilidades, la viruela del mono puede causar complicaciones graves, como neumonía, encefalitis o infecciones bacterianas secundarias.
Actualmente, no existe un tratamiento específico para la viruela del mono, y el manejo de la enfermedad se basa en el alivio de los síntomas y el tratamiento de las complicaciones. Sin embargo, algunas vacunas utilizadas para la viruela humana han mostrado eficacia en la prevención de la viruela del mono.
Una de las vacunas más prometedoras es la vacuna MVA-BN, también conocida como Imvamune o Imvanex, que fue desarrollada originalmente para la viruela humana y ha demostrado ser efectiva contra la viruela del mono en estudios preclínicos. Esta vacuna ha sido aprobada en varios países, incluidos los Estados Unidos y la Unión Europea, y se está utilizando para proteger a los grupos de alto riesgo, como trabajadores de la salud y contactos cercanos de personas infectadas.
Además de las vacunas, se están investigando tratamientos antivirales para la viruela del mono. Uno de los fármacos más prometedores es el tecovirimat (TPOXX), un antiviral aprobado por la FDA para el tratamiento de la viruela humana y que ha mostrado eficacia en modelos animales contra la viruela del mono. Sin embargo, su uso en humanos aún es limitado, y se están llevando a cabo ensayos clínicos para evaluar su seguridad y eficacia en el tratamiento de la viruela del mono.