Israel espera que Argentina traslade su embajada a Jerusalén
Desde la llegada de Javier Milei al poder en Argentina, el escenario de las relaciones internacionales del país ha dado un giro importante. Uno de los temas que más atención ha captado es la posibilidad de trasladar la embajada argentina en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, un movimiento que, de concretarse, marcaría un hito en la política exterior argentina y tendría implicaciones tanto en su relación con Israel como en la dinámica geopolítica regional e internacional.
Contexto histórico del traslado de embajadas a Jerusalén
Jerusalén, una ciudad con una carga histórica y religiosa inmensa, es el centro de disputas políticas y territoriales desde hace décadas. Israel considera a Jerusalén su capital «eterna e indivisible», mientras que los palestinos reivindican la parte oriental de la ciudad como la capital de un futuro Estado palestino. La mayoría de las embajadas extranjeras, incluido el grueso de los países de América Latina, se encuentran en Tel Aviv, como una medida para evitar tomar una posición directa en el conflicto.
Sin embargo, el traslado de embajadas a Jerusalén ha sido un tema clave en la política internacional de Israel, especialmente desde que, en 2018, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumplió con una de sus promesas de campaña y trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén, reconociendo la ciudad como la capital de Israel. Este movimiento fue ampliamente celebrado en Israel, pero condenó por gran parte de la comunidad internacional, incluidos muchos aliados tradicionales de Estados Unidos.
El compromiso de Milei con Israel
Javier Milei, el actual presidente argentino, ha manifestado su apoyo incondicional a Israel y ha mostrado una postura alineada con políticas que favorecen a la nación hebrea. Durante su visita a Israel en febrero de 2024, Milei fue recibido con honores y recorrió varios de los sitios más afectados por el ataque del grupo terrorista Hamas en octubre de 2023. En esa visita, Milei mencionó su intención de trasladar la embajada argentina a Jerusalén, un gesto que fue muy bien recibido por las autoridades israelíes, pero que, hasta ahora, no ha pasado de ser una promesa.
En una entrevista reciente, Mattanya Cohen, director del Departamento de América Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, habló con Infobae sobre este tema. “Él lo prometió, pero todavía no tenemos nada concreto”, afirmó Cohen, refiriéndose a la posibilidad del traslado de la embajada. Si bien la expectativa en Israel es alta, también hay una evidente cautela, pues no se ha recibido ninguna confirmación oficial por parte del gobierno argentino.
La importancia del traslado para Israel
El traslado de embajadas a Jerusalén es un tema central en la política exterior israelí. Israel busca el reconocimiento internacional de Jerusalén como su capital, algo que solo ha sido aceptado por un puñado de países. Entre estos, Guatemala y Paraguay fueron los primeros en América Latina en seguir los pasos de Estados Unidos, aunque Paraguay más tarde retrocedió en su decisión.
Para Israel, lograr que un país de la importancia de Argentina, la tercera economía más grande de América Latina, traslade su embajada a Jerusalén sería un triunfo diplomático significativo. Esto podría incentivar a otros países de la región a hacer lo mismo, generando una cascada de reconocimiento internacional hacia Jerusalén como capital israelí.
Además, para las autoridades israelíes, las relaciones con Argentina han cobrado mayor relevancia desde los atentados terroristas que afectaron a la comunidad judía en ese país en los años 90: el ataque contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y la voladura de la sede de la AMIA en 1994. Ambos atentados fueron atribuidos a Hezbollah, con el respaldo de Irán, y dejaron profundas heridas en la relación bilateral, pero también consolidaron una alianza en la lucha contra el terrorismo.
Los desafíos internos y externos para Milei
A pesar de su firme postura proisraelí, Javier Milei enfrenta importantes desafíos en su objetivo de trasladar la embajada a Jerusalén. En primer lugar, existe una fuerte oposición interna en Argentina, tanto en sectores políticos como en la opinión pública. El conflicto palestino-israelí es un tema sensible, y muchos argentinos, incluidos algunos sectores de la colectividad árabe en el país, podrían ver este movimiento como un apoyo unilateral a Israel en detrimento de los derechos palestinos.
Además, Milei debe tener en cuenta la posición de la comunidad internacional y, especialmente, de los países con los que Argentina tiene relaciones cercanas. La mayoría de las naciones de América Latina y Europa no reconocen a Jerusalén como la capital de Israel y mantienen sus embajadas en Tel Aviv, en línea con las resoluciones de las Naciones Unidas. Un cambio en esta política podría generar tensiones diplomáticas y afectar los lazos con otros actores clave en la región.
Por otro lado, países como Colombia, bajo el mandato de Gustavo Petro, y Brasil, con Lula da Silva, han mantenido posturas críticas hacia Israel en relación con su conflicto con Palestina. En particular, Petro ha sido un fuerte opositor a las políticas israelíes y ha comparado al gobierno de Netanyahu con el régimen nazi, una declaración que ha causado gran malestar en Jerusalén.
¿Qué significaría para América Latina?
El traslado de la embajada argentina a Jerusalén no solo tendría consecuencias en la relación bilateral entre Argentina e Israel, sino que también afectaría la dinámica geopolítica en América Latina. Mattanya Cohen fue claro al señalar que, aunque Israel tiene «buenos amigos» en la región, como Argentina, Paraguay y Guatemala, también se enfrenta a la creciente influencia de regímenes proiraníes en países como Venezuela y Nicaragua.
La relación entre Irán y América Latina es una preocupación para Israel, especialmente por la presencia de agentes iraníes en estos países y su vinculación con actividades terroristas. Cohen advirtió que la influencia iraní en la región debería ser motivo de alerta no solo para Israel, sino también para los propios países latinoamericanos.