Islandia, Japón y Noruega persisten en la caza de Ballenas

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A pesar de la moratoria internacional vigente desde 1985 para detener la caza de ballenas, Islandia, Japón y Noruega continúan con esta práctica. La moratoria, firmada en 1982 por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), buscaba proteger a las ballenas de la extinción tras siglos de caza indiscriminada que devastaron sus poblaciones.

La caza de ballenas ha sido una actividad económica significativa en varios países durante siglos. Sin embargo, la explotación excesiva llevó a una drástica disminución de las poblaciones de ballenas, muchas de las cuales ahora están en peligro de extinción. En respuesta, la CBI estableció una moratoria global en 1982, que entró en vigor en 1985, prohibiendo la caza comercial de ballenas.

No obstante, la moratoria permite excepciones bajo ciertas condiciones, como la caza con fines científicos y la caza de subsistencia para comunidades indígenas. Islandia, Japón y Noruega han aprovechado estas excepciones para continuar la caza de ballenas, justificándola con argumentos culturales, científicos y económicos.

La Situación Actual

Islandia: Recientemente, Islandia autorizó la caza de 128 ballenas, provocando una ola de protestas de organizaciones ecologistas. Especialistas de Greenpeace han señalado que la caza comercial ha llevado a la desaparición de aproximadamente tres millones de ballenas en el último siglo. Celia Ojeda, responsable de biodiversidad de Greenpeace en España, ha insistido en la necesidad de proteger a las ballenas de manera permanente, evitando cualquier resquicio en la moratoria que permita su caza.

Japón: Japón se retiró de la CBI en 2019 para reanudar la caza comercial de ballenas en sus aguas territoriales. Alega que la caza de ballenas es una tradición cultural importante y que las especies cazadas no están en peligro de extinción. Sin embargo, esta práctica ha sido ampliamente criticada a nivel internacional y por grupos ambientalistas.

Noruega: Noruega nunca dejó de cazar ballenas, incluso tras la moratoria de 1985. El país argumenta que la caza de ballenas minke es sostenible y regula estrictamente sus cuotas de captura. Noruega también defiende la caza de ballenas como una tradición cultural y una fuente de ingresos para las comunidades costeras.

Impacto Ambiental y Económico

La caza de ballenas no solo afecta a las poblaciones de estos cetáceos, sino que también tiene un impacto significativo en el ecosistema marino en su conjunto. Las ballenas juegan un papel crucial en la salud de los océanos, contribuyendo a la productividad del fitoplancton y a la captura de carbono.

El avistamiento turístico de ballenas ha surgido como una alternativa sostenible y económicamente rentable. Genera alrededor de 2.000 millones de dólares anuales en 119 países, ofreciendo beneficios económicos sin poner en riesgo a las poblaciones de ballenas.

Presión Internacional y Esfuerzos de Conservación

Organizaciones como Greenpeace y OceanCare han criticado duramente la decisión de Islandia, Japón y Noruega de continuar la caza de ballenas. Mark Simmonds, director de Ciencia de OceanCare, calificó la decisión de Islandia de innecesaria y contraria a la ética. Estas organizaciones instan a estos países a ratificar tratados internacionales de conservación y adoptar prácticas más sostenibles.

En marzo de 2023, se firmó el Tratado Internacional de los Océanos de Naciones Unidas, que requiere la firma de sesenta países para entrar en vigor. Hasta ahora, solo siete estados lo han ratificado. Este tratado busca proteger el 30% de los océanos del mundo para 2030, abordando amenazas como la sobrepesca, la contaminación y la minería en aguas profundas.

A pesar de los esfuerzos de conservación, las ballenas siguen enfrentando numerosas amenazas. Además de la caza, se enfrentan a la contaminación por plásticos, el cambio climático y el ruido del tráfico marítimo. Estos factores contribuyen a la disminución de las poblaciones de ballenas y afectan su salud y comportamiento.

Para proteger efectivamente a las ballenas, es crucial que la comunidad internacional continúe presionando a Islandia, Japón y Noruega para que abandonen la caza de ballenas. También es esencial que se ratifiquen y se implementen tratados internacionales de conservación, y que se adopten enfoques sostenibles que beneficien tanto a las comunidades humanas como a las poblaciones de ballenas.

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