Irán absuelto de la pena de muerte a Tomaj Salehi
En un giro inesperado en la política represiva del régimen iraní, el rapero Tomaj Salehi, conocido por su abierto apoyo a las protestas en Irán tras la muerte de Mahsa Amini, fue absuelto de la pena de muerte que enfrentaba. Su caso, que ha captado la atención internacional, se ha convertido en un símbolo de la lucha por la libertad de expresión y los derechos humanos en Irán, un país donde la disidencia suele ser brutalmente reprimida.
El arresto de Tomaj Salehi ocurrió en medio de las protestas masivas que sacudieron Irán tras la muerte de Mahsa Amini, una joven kurda iraní que falleció bajo custodia policial en septiembre de 2022. Amini fue arrestada por la «policía de la moralidad» por supuestamente violar el estricto código de vestimenta islámico del país. Su muerte provocó una ola de indignación nacional e internacional, desencadenando manifestaciones en todo Irán que desafiaron al régimen y su manejo de los derechos civiles.
Salehi, un rapero de 32 años conocido por sus letras críticas hacia el gobierno iraní, no tardó en sumarse a las protestas a través de sus canciones y publicaciones en redes sociales. Sus letras se convirtieron en una poderosa herramienta de movilización, denunciando la represión y el abuso de poder por parte de las autoridades. Sin embargo, su activismo también lo convirtió en un objetivo del gobierno, que lo acusó de «corrupción en la tierra», un cargo que puede conllevar la pena de muerte según la ley islámica iraní.
El juicio de Salehi fue sumamente criticado por organizaciones de derechos humanos que lo describieron como un proceso injusto y carente de las garantías básicas de un juicio justo. Salehi fue arrestado en octubre de 2022 y, según informes, fue sometido a torturas y malos tratos mientras estaba bajo custodia. El rapero fue juzgado a puerta cerrada, sin la presencia de su abogado de confianza ni la oportunidad de defenderse adecuadamente de los cargos en su contra.
En noviembre de 2023, fue condenado a muerte por un tribunal revolucionario en la provincia de Isfahan. La sentencia provocó una oleada de protestas en Irán y en el extranjero, con activistas, artistas y figuras públicas denunciando la condena como un intento del régimen de silenciar a uno de sus críticos más destacados. La comunidad internacional, incluidos organismos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, condenaron el veredicto y exigieron su liberación inmediata.
La noticia de la condena a muerte de Salehi resonó en todo el mundo, generando una amplia campaña de presión internacional para evitar su ejecución. Figuras prominentes de la industria musical, políticos y defensores de los derechos humanos se unieron para pedir su liberación, utilizando plataformas como las redes sociales para amplificar su causa. La presión internacional sobre el régimen iraní fue aumentando, con gobiernos extranjeros instando a Irán a respetar los derechos humanos y a garantizar un juicio justo para Salehi.
El caso de Salehi también puso de relieve las crecientes tensiones entre Irán y la comunidad internacional, especialmente en un momento en que las negociaciones sobre el programa nuclear iraní estaban estancadas. Los gobiernos occidentales, particularmente los de Europa y América del Norte, expresaron su preocupación por el caso y señalaron que el trato de Irán a los disidentes podría influir en futuras relaciones diplomáticas.
En agosto de 2024, en un sorprendente giro de los acontecimientos, el tribunal de apelaciones en Isfahan decidió absolver a Tomaj Salehi de la pena de muerte. La decisión fue recibida con alivio y júbilo por los defensores de los derechos humanos y la comunidad artística global. Si bien Salehi aún enfrenta otros cargos y es probable que permanezca bajo vigilancia estricta, la anulación de la sentencia de muerte representa una victoria significativa para la libertad de expresión en Irán.
El gobierno iraní no proporcionó una explicación detallada sobre las razones detrás de la absolución, lo que ha llevado a especulaciones sobre la posible influencia de la presión internacional en la decisión. Algunos analistas sugieren que el régimen, consciente de su imagen deteriorada a nivel global, podría haber cedido ante la presión para evitar un mayor aislamiento diplomático.