Estados Unidos enfrenta una elección crucial: Kamala Harris y Donald Trump presentan agendas opuestas en economía, migración y seguridad
En la recta final hacia las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2024, Kamala Harris y Donald Trump delinean sus programas políticos con propuestas completamente opuestas. Desde la política exterior hasta la economía, pasando por temas sociales como la sanidad y la inmigración, ambos candidatos buscan atraer a votantes con una visión diametralmente diferente sobre el futuro del país.
En cuestiones de política exterior, Harris y Trump presentan diferencias profundas. Harris respalda el multilateralismo y la cooperación con aliados tradicionales como la OTAN, y apoya una postura dura frente a Rusia, en particular con sanciones económicas debido a la invasión de Ucrania. Este enfoque se alinea con la política de Joe Biden, y apunta a mantener a Estados Unidos en una posición de liderazgo en la defensa de las democracias occidentales. En contraste, Trump promueve su política «América Primero,» defendiendo una estrategia menos intervencionista y criticando el coste financiero de los conflictos en los que Estados Unidos se involucra. El expresidente ha declarado en varias ocasiones que su enfoque podría poner fin a la guerra en Ucrania rápidamente y reduciría el papel de Estados Unidos en conflictos ajenos.
En cuanto a Oriente Medio, ambos candidatos sostienen posiciones de apoyo a Israel. Durante su mandato, Trump respaldó firmemente al país al reconocer a Jerusalén como su capital y mediar en los Acuerdos de Abraham. Harris, aunque con un discurso algo más moderado, defiende la alianza con Israel, pero ha sugerido la importancia de respetar los derechos humanos en la región para captar el voto joven y árabe.
Las propuestas económicas también muestran un contraste significativo entre ambos candidatos. Harris plantea una continuación de las políticas de Biden, enfocadas en fortalecer la clase media con subsidios para la vivienda y mayores impuestos a quienes ganan más de diez millones de dólares anuales. Entre sus iniciativas se incluyen beneficios fiscales para constructores y hasta 400 mil millones de dólares en ayudas para viviendas. Además, Harris promete seguir invirtiendo en infraestructura y en energía limpia, mientras plantea que estos programas serán financiados a través de impuestos más altos a las grandes corporaciones y a los individuos más ricos.
Trump, en cambio, promueve una política económica orientada al proteccionismo y la desregulación. Su enfoque incluye recortes de impuestos, especialmente para las empresas, y un aumento de los aranceles a productos chinos para reducir el déficit comercial y proteger a los trabajadores estadounidenses. Entre sus propuestas se destaca también la eliminación de regulaciones ambientales para aumentar la producción de petróleo, gas y carbón, medida que ha sido ampliamente criticada por su impacto ambiental. Trump ha manifestado su intención de retirar nuevamente a Estados Unidos del Acuerdo de París, una decisión que contrasta con la propuesta de Harris de reducir las emisiones de carbono en un 50% para 2030.
La inmigración es uno de los temas más polarizantes en esta contienda electoral. Harris plantea una reforma migratoria integral que facilitaría el camino hacia la ciudadanía para millones de inmigrantes sin papeles y promueve formas legales para regular la inmigración. Sin embargo, la administración Biden-Harris ha sido criticada por sus altas cifras de deportación, que podrían alcanzar los 1.5 millones al final del mandato de Biden.
Trump, por otro lado, ha propuesto llevar a cabo la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos y eliminar el derecho constitucional de ciudadanía por nacimiento para hijos de inmigrantes sin papeles. Asimismo, planea endurecer las políticas de asilo temporal y promete un sistema de inmigración que, según sus palabras, “ponga a los estadounidenses primero”.
El sistema de salud y los derechos reproductivos también representan dos visiones enfrentadas. Harris, como vicepresidenta, ha defendido activamente la expansión del “Obamacare”, un programa de salud que amplía la cobertura para familias de bajos ingresos. Ha destacado el derecho al aborto como una de las prioridades de su campaña, y durante su mandato ha realizado giras en apoyo a los derechos reproductivos, incluidas visitas a clínicas como Planned Parenthood. Harris busca, además, eliminar la prohibición de fondos federales para abortos y ha trabajado para ampliar las protecciones de privacidad para quienes buscan este tipo de atención médica.
Trump, por su parte, ha mantenido una postura opuesta. Su enfoque para la sanidad se basa en la desregulación y la reducción de impuestos, mientras que en el ámbito de los derechos reproductivos ha impulsado restricciones significativas y se ha opuesto abiertamente al aborto. Como presidente, Trump eliminó fondos para organizaciones que apoyan el aborto y promovió medidas que restringen el acceso a servicios de salud reproductiva para las mujeres.
La seguridad y la justicia penal son otros temas en los que las posiciones de los candidatos no podrían ser más distintas. Harris ha sido una firme defensora de la reforma policial y judicial, y durante su tiempo como fiscal general en California apoyó leyes para reducir la disparidad racial en el sistema de justicia. En su programa actual, propone la implementación de leyes de bandera roja para retirar armas a personas consideradas peligrosas y otras regulaciones que dificulten el acceso a armas de fuego.
Trump, en cambio, defiende el derecho a la posesión de armas bajo la Segunda Enmienda y propone que, para reducir los tiroteos, es necesario permitir que los ciudadanos y profesores estén armados. Además, su propuesta de justicia penal es de “mano dura”, con un enfoque en la persecución estricta de la delincuencia y el endurecimiento de penas.
En el ámbito educativo, Harris y Trump también tienen visiones opuestas. Harris propone la creación de universidades públicas gratuitas para estudiantes de bajos ingresos y un aumento en la financiación de las escuelas públicas. Trump, en cambio, defiende el sistema de cupones educativos, que permite a las familias elegir entre escuelas privadas y religiosas, y se opone a los estándares académicos nacionales, buscando que los estados tengan mayor control sobre el sistema educativo
Sobre las grandes tecnológicas, Harris apoya una regulación de datos personales y la reducción del poder monopolístico de estas compañías, mientras que Trump busca eliminar la protección de la Sección 230, que exime a las plataformas tecnológicas de responsabilidad sobre el contenido publicado por los usuarios. Trump sostiene que las redes sociales censuran a las voces conservadoras y que, al ser consideradas editoras, deberían asumir mayor responsabilidad en la moderación de contenido.