El nuevo sujeto político es el laburante.

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Ya lo habíamos escuchado cuando dejábamos atrás la pandemia, pero ahora quedó claro que el mundo nunca volvió a ser igual. El resultado electoral del domingo dejó en claro dos cosas para los argentinos: la ansiedad de que las cosas cambien se impuso al miedo y los reclamos sociales ahora son otros.

El mensaje que se hizo escuchar en las urnas habla de cambio, de renovación y paradójicamente también habla de reparación, reparar una clase social profundamente herida, la clase la trabajadora. El nuevo sujeto político es el laburante, el que aún con un trabajo formal – en el mejor de los casos – no llega a fin de mes. El trabajador que cuando llega a su casa después de cumplir con su jornada laboral tiene que seguir trabajando. Lo que este autor llama “el kioskero”, y no porque tenga un almacén, sino porque necesita varios kioskos para cubrir las necesidades que antes cubría con uno solo. El kioskero que se suma al changarín de los barrios pobres. Este nuevo sujeto político definió la elección.

La dirigencia política de antaño debe hacerse cargo de este resultado y escuchar los reclamos de la sociedad, que también cambiaron. De un tiempo a esta parte los ideales del individualismo permearon fuertemente en un sector que no encontraba representatividad, que gritaba y no se lo escuchó, la juventud. Jóvenes que crecieron con un país diezmado, que lo único que conocen es inflación, que no sueñan con la vivienda propia pero tampoco pueden alquilar, que si viven en el interior y no se quieren ir de sus localidades, a lo máximo que pueden aspirar es a laburar en la despensa del pueblo.

El laburante y la juventud fueron quienes definieron esta elección. Convenciendo a otros laburantes, en el caso de los trabajadores, y a sus familias, en el caso de los jóvenes, y nada convence más que un convencido. La ansiedad se impuso al miedo, y la gente ya no espera ya no puede esperar. La responsabilidad de lo que suceda de aquí en más es de toda la sociedad, pero la culpa del divorcio de la gente con la vieja política le corresponde a la vieja política.

Describir la realidad desde una mirada crítica no es hacer leña del árbol caído. Quien firma esta nota pretende simplemente dar cuenta de algo que desde los medios de comunicación y las organizaciones sociales venía viendo desde que terminó la pandemia. Se viene un país difícil donde están en juego también pactos sociales que creíamos cerrados, pero que hoy encuentran puntos suspensivos. Es deber de la oposición crear los anticuerpos para que los derechos conquistados no se pierdan, y para este autor ese antídoto está en la “micromilitancia” que desplazó las estructuras y la dirigencia histórica, si pudo con eso podrá lograrlo.

Por Rodri Teves

Lic. en Ciencias de la Comunicación (UNSa), Maestrando en Políticas Públicas y Desarrollo (FLACSO), Periodista salteño.

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