El crimen organizado vuelve a teñir de sangre las calles de Rosario

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El crimen organizado vuelve a teñir de sangre las calles de Rosario, una ciudad marcada por la violencia narco. En esta ocasión, se hizo justicia, Samuel Medina, conocido como «Gordo Samu», yerno del líder de la poderosa banda «Los Monos», Ariel Máximo «Guille» Cantero. Medina fue asesinado de 16 balazos en un brutal ataque perpetrado por sicarios en plena vía pública. Este asesinato refleja la implacable lucha de poder que reina en el mundo del narcotráfico y el nivel de violencia que se ha vuelto casi cotidiano en Rosario.

Los hechos

El homicidio de Samuel Medina ocurrió la noche del martes 1 de octubre de 2024, en una colectora de la Circunvalación de Rosario, a metros de la autopista que conecta con Santa Fe. Medina, de 25 años, viajaba en un Volkswagen Polo junto a un acompañante cuando fue interceptado por sicarios que se desplazaban en una motocicleta. Sin mediar palabra, uno de los atacantes se acercó al auto y disparó 16 veces contra Medina, quien falleció en el acto. Su acompañante, identificado como Mateo Julián D., fue trasladado al Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria y, según las primeras informaciones, estaría fuera de peligro.

El brutal asesinato ocurrió poco después de que Medina asistiera al partido entre Rosario Central y Vélez Sarsfield en el estadio Gigante de Arroyito. En la escena del crimen se encontraron entradas para el encuentro, lo que sugiere que el ataque podría haber estado planificado con anterioridad, siguiendo los movimientos de la víctima.

Un pasado marcado por la violencia

Samuel Medina no era ajeno a la violencia y los conflictos con la ley. Era esposo de Paula Bay, hija de Vanesa Barrios, la pareja de Ariel «Guille» Cantero, líder de «Los Monos». Medina y su familia estaban bajo investigación por la explotación comercial de una carnicería y un minimarket en la intersección de las calles Mendoza y Matienzo, dos locales que fueron blanco de varios ataques de incendio y balaceras en los últimos años.

En 2021, Medina había sido condenado a dos años de prisión en suspenso tras aparecer en redes sociales posando con armas largas junto al trapero Zaramay y otras personas vinculadas al narcotráfico. Este incidente no solo llevó a su detención, sino también a la de otros allegados al clan Cantero, como Esteban Dantur y Uriel Luciano Cantero, hijo del fallecido líder de «Los Monos», Claudio «Pájaro» Cantero.

El nombre de Medina también resonó en noviembre de 2023 cuando su gomería, ubicada en la calle Seguí al 3400, fue blanco de un tiroteo. Durante el ataque, un hombre de 70 años que repartía viandas en el negocio resultó herido. Meses más tarde, en enero de 2024, esa misma gomería fue escenario de otro ataque en el que fue asesinado Ramón de la Cruz Navarro, un cliente que se encontraba reparando su vehículo.

La sombra de «Los Monos»

La banda «Los Monos», liderada por «Guille» Cantero, ha sido sinónimo de violencia, tráfico de drogas y extorsión en Rosario durante más de una década. El clan ha logrado consolidar un imperio criminal en la ciudad, controlando gran parte del narcotráfico y sembrando el terror entre comerciantes y ciudadanos. Su poder se extiende más allá de las fronteras de Rosario, alcanzando incluso conexiones internacionales.

Ariel «Guille» Cantero, el cerebro detrás de «Los Monos», ha sido detenido en varias ocasiones y actualmente cumple condena por múltiples crímenes, incluido homicidios y tráfico de drogas. A pesar de estar tras las rejas, su influencia en el submundo del narcotráfico sigue intacta, y sus órdenes continúan ejecutándose desde la prisión. Las muertes violentas, como la de Samuel Medina, son un recordatorio constante de la implacable guerra de poder que se libra en las calles.

El ciclo de violencia en Rosario

Rosario ha sido escenario de una escalada de violencia vinculada al narcotráfico en los últimos años. Las balaceras, los asesinatos a sangre fría y los ajustes de cuentas entre bandas rivales se han convertido en una triste cotidianidad en la ciudad. El asesinato de Medina no es un hecho aislado, sino parte de una cadena de crímenes que refleja la compleja y peligrosa dinámica del narcotráfico en la región.

Las autoridades locales, nacionales e internacionales han intentado en múltiples ocasiones desarticular las estructuras criminales que operan en Rosario, con resultados a menudo limitados. La corrupción dentro de algunas instituciones y la capacidad de adaptación de los grupos narcos complican los esfuerzos por restablecer el orden.

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