Edmundo Rivero.
Edmundo Rivero, conocido como «El Feo que Canta Lindo», es uno de los nombres más respetados en la historia del tango argentino. Su voz profunda y grave, su estilo inconfundible y su dedicación al género lo convirtieron en una figura emblemática. A lo largo de su carrera, Rivero no solo interpretó algunos de los tangos más icónicos, sino que también contribuyó a la difusión y preservación del tango en todo el mundo.
Primeros Años y Formación
Edmundo Rivero nació el 8 de junio de 1911 en el barrio de Valentín Alsina, en Lanús, Buenos Aires. Desde joven mostró un gran interés por la música y el canto. Estudió guitarra en el conservatorio y, al mismo tiempo, comenzó a trabajar en pequeños escenarios y cafés de Buenos Aires. Su talento pronto llamó la atención y empezó a formar parte de diversas orquestas.
Primeros Éxitos
La carrera de Rivero despegó en la década de 1940 cuando se unió a la orquesta de Aníbal Troilo, uno de los más grandes bandoneonistas y directores de orquesta de la historia del tango. Con Troilo, Rivero grabó una serie de tangos que se convirtieron en clásicos, como «Sur» y «El Último Organito». Su estilo distintivo, caracterizado por su voz grave y su interpretación dramática, lo hizo destacar en la escena del tango.
La Orquesta de Aníbal Troilo
El período con la orquesta de Troilo fue fundamental para la consolidación de la carrera de Rivero. Trabajando con músicos de primer nivel, Rivero pudo desarrollar su estilo y perfeccionar su técnica. Algunas de las grabaciones más emblemáticas de este período incluyen «La Última Curda» y «Malena», tangos que hasta el día de hoy son considerados obras maestras del género.
Carrera Solista y Consagración
En 1950, Rivero decidió emprender una carrera como solista. Su primer gran éxito en esta nueva etapa fue «El Ciruja», un tango que narra la historia de un ladrón de poca monta con una letra cruda y realista. Esta canción consolidó su reputación como uno de los grandes intérpretes de tangos dramáticos y realistas.
Rivero también grabó tangos como «Amablemente» y «Cafetín de Buenos Aires», ambos compuestos por Enrique Santos Discépolo. Su capacidad para transmitir la melancolía y la pasión del tango lo hizo muy popular no solo en Argentina, sino también en otros países de habla hispana.
Su Propio Espacio: El Viejo Almacén
En 1969, Rivero abrió «El Viejo Almacén», un lugar icónico en San Telmo, Buenos Aires, dedicado exclusivamente al tango. Este lugar no solo sirvió como escenario para sus actuaciones, sino que también se convirtió en un punto de encuentro para otros grandes del tango y para los amantes del género. «El Viejo Almacén» sigue siendo hasta hoy un referente del tango en Buenos Aires, atrayendo tanto a locales como a turistas.
Contribuciones a la Cultura del Tango
A lo largo de su vida, Rivero no solo se dedicó a interpretar tangos, sino que también se involucró en la preservación y promoción de la cultura del tango. Participó en numerosas películas y programas de televisión que ayudaron a difundir el tango en todo el mundo. También escribió libros sobre el tango, en los que compartió sus conocimientos y experiencias, contribuyendo a la comprensión y apreciación del género.
Estilo y Técnica
La voz de Rivero era única en el mundo del tango. Su tono grave y su capacidad para transmitir emociones profundas hicieron de cada interpretación una experiencia única. Además, su habilidad para tocar la guitarra complementaba su canto, creando una atmósfera íntima y poderosa en cada presentación. Su estilo interpretativo estaba marcado por una fuerte carga emocional, lo que le permitía conectar profundamente con su audiencia.
Repertorio y Discografía
El repertorio de Rivero es extenso y variado. Incluye tangos clásicos, milongas y valses criollos. Algunas de sus grabaciones más destacadas son «La Cumparsita», «Adiós Muchachos», «Volver», y «Mi Buenos Aires Querido». Su discografía abarca más de cuatro décadas de trabajo, con numerosos álbumes y sencillos que siguen siendo populares entre los aficionados al tango.
Reconocimientos y Legado
A lo largo de su carrera, Rivero recibió numerosos premios y reconocimientos por su contribución al tango. En 1985, fue galardonado con el Premio Konex de Platino como el mejor cantante masculino de tango de la década en Argentina. Su legado sigue vivo a través de sus grabaciones, sus escritos y el impacto duradero que tuvo en el mundo del tango.
Muerte y Homenajes
Edmundo Rivero falleció el 18 de enero de 1986 en Buenos Aires, dejando un legado inigualable en la música argentina. Tras su muerte, numerosos homenajes y tributos se llevaron a cabo en su honor, reconociendo su contribución al tango y a la cultura argentina en general.