La ola de violencia en Haití alcanza niveles alarmantes, con el principal líder pandillero, Jimmy «Barbecue» Chérizier, anunciando su determinación de derrocar al Gobierno de Ariel Henry. Chérizier, líder de la mayor alianza de pandillas del país, ha instado al pueblo a mantenerse alejado de las calles para evitar consecuencias indeseadas mientras continúa su lucha contra el mandatario.

Chérizier, un ex oficial de policía sancionado por las Naciones Unidas y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, ha declarado que la batalla durará el tiempo necesario y ha pedido a la población que proteja a los niños quedándose en casa. Sus amenazas surgen después de que, el 7 de febrero, Henry se negara a abandonar el Gobierno según lo estipulado en un acuerdo político alcanzado dos años atrás tras la muerte del presidente Jovenel Möise.

El presidente Henry, a pesar de los llamados a dimitir, se ha aferrado al poder y ha afirmado que, una vez que se resuelva el problema de seguridad, iniciará el proceso electoral para entregar el poder elegido por el pueblo antes del 31 de agosto de 2025. Henry ha solicitado la intervención de una fuerza internacional para restaurar la paz, y se ha aprobado el envío de 1,500 agentes de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, liderada por Kenia.

Sin embargo, la violencia persiste en Haití. En un ataque reciente, cuatro oficiales de policía fueron asesinados, y los pandilleros atacaron estaciones de policía y el aeropuerto internacional. La situación ha llevado a un estado de guerra en el centro de la ciudad, con residentes huyendo y buscando refugio. Aunque la situación pareció calmarse momentáneamente, la Policía Nacional anunció protestas en respuesta a la muerte de sus colegas, destacando la precaria situación de seguridad en el país.

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