Activista vegana Tash Peterson condenada a pagar 200.000 dólares por difamación contra una veterinaria

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En un caso que ha generado amplio debate, la activista vegana Tash Peterson y su pareja, Jack Higgs, fueron condenados a pagar casi 200.000 dólares (300.000 dólares australianos) tras ser hallados culpables de difamar a la veterinaria Kay McIntosh, propietaria de la Clínica Veterinaria Bicton en Perth, Australia.

El incidente tuvo lugar en septiembre de 2021, cuando Peterson y Higgs confrontaron al personal de la clínica por considerar inmoral el cuidado de dos cacatúas que residían en el lugar. Durante el altercado, grabado y difundido en redes sociales, Peterson acusó a McIntosh de “esclavizar” a los animales e incluso insinuó que la veterinaria “se comía a sus propios pacientes”.

El video, publicado en la página de Facebook de Peterson con el título «Exponiendo a los veterinarios por ser hipócritas», se viralizó, acumulando miles de reproducciones y comentarios. Según el tribunal, estas afirmaciones difamatorias dañaron gravemente la reputación de McIntosh y le causaron una profunda angustia.

El juez Peter Quinlan dictaminó que las acciones de Peterson y Higgs fueron intencionadas y diseñadas para generar un impacto perjudicial, calificando su defensa como “engañosa” y criticando su actitud desafiante durante el juicio.

Un estilo polémico

Peterson, conocida por sus «protestas disruptivas» en favor de los derechos animales, ha protagonizado manifestaciones en las que utiliza imágenes impactantes, como sangre falsa y cadáveres de animales, y suele protestar semidesnuda para llamar la atención sobre su causa. A pesar de sus métodos controvertidos, el tribunal subrayó que el caso no juzgaba sus creencias, sino las consecuencias de sus acciones.

Impacto en ambas partes

McIntosh, con más de dos décadas de experiencia como veterinaria, defendió su compromiso con el bienestar animal. Sin embargo, declaró que las acusaciones la afectaron profundamente tanto a nivel personal como profesional. Por otro lado, Peterson ha afirmado que continuará su activismo, financiado en gran parte por sus cuentas de OnlyFans, que generaron más de 247.000 dólares en ingresos en el último año.

El caso pone en el centro del debate la delgada línea entre la libertad de expresión y el daño reputacional, además de resaltar el impacto de las redes sociales en los conflictos contemporáneos.

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